* Gustavo Antonio Rangel
Periodista
Católico de la Diócesis de Teotihuacán.
Ciudad de México a 21
de Junio de 2014
La
figura del comunicador Parroquial, se va abriendo camino con mayor intensidad
en México, por el trabajo y las metas bien definidas que realiza en su
comunidad.
Cuentan que los amigos de un sabio
le preguntaron un día qué haría si Dios le confiara su Omnipotencia por un
instante, y que el sabio -¡sabio al fin!- replicó sin demora y sin ambages:
“restablecería el significado de la comunicación”.
Y es que hablar de la comunicación
en nuestros días, representa un proceso complejo para toda institución, ya que
ha alcanzado un alto grado de desarrollo; por lo que no es casualidad que en la
Babel en que vivimos, con tantos adelantos técnicos, la comunicación resulta de
mayor complejidad y análisis.
Ante este panorama, las distintas
Diócesis de México, han puesto en marcha el Proyecto de Comunicadores
Parroquiales, como respuesta a la exhortación que ha lanzado el Santo Padre Francisco, y que tuvo sus inicios, con mayor fuerza, desde el pontificado del
San Juan Pablo II, quien inculcó los medios de comunicación para la acción
pastoral.
En el caso de nuestro país, los
primeros pasos se dieron allá por los años noventa del siglo pasado; sin embargo,
tan sólo destacaron algunos proyectos impulsados por religiosos, sin
continuidad en algunas provincias de México.
De modo que la figura real del Comunicador
Parroquial, como la conocemos en la actualidad, procede del proyecto que
resultó la primera experiencia de comunicación parroquial, iniciada a
principios del nuevo milenio en la Diócesis de Texcoco.
Lo anterior fue
posible gracias a la ilusión del Pastor y Obispo de Texcoco, Don Carlos Aguíar
Retes, quién sembró la semilla con el proyecto de comunicación en el año 2001, y
que luego fue ratificado en el año 2003, cuando impulso la comunicación de ida y vuelta -en todo el territorio diocesano-.
Esto derivo,
posteriormente, en formar la Red Humana de Comunicadores Parroquiales de
la Diócesis de Texcoco, plenamente activa de julio de 2005 a la fecha.
El proyecto inicialmente contempló hacer valer
el trabajo de los comunicadores parroquiales, sin pretender plantar un
“arbolito” con fines mediáticos personales; por el contrario, se buscó fomentar
la reforestación comunicativa permanente en los rincones de la viña parroquial.
Esto resulto, la creación de la
figura del comunicador parroquial, agrupado en una Red Humana de Comunicación, que
sería como “la esperanza de la Diócesis”, ya que con su trabajo, se propiciara
un mejor diálogo, que auspicie el progreso de nuestra Iglesia y la
evangelización que se impulsa en los diferentes centros parroquiales.
Por lo anterior, aquí vale decir, que
el trabajo y la experiencia del comunicador parroquial -en más de una década-, no ha sido fácil hacia adentro y hacia fuera
de la vida parroquial, incluyendo a la misma Diócesis de Texcoco que genero el proyecto Diocesano de Comunicación.
Y es que durante los últimos años,
se ha caído en la cuenta que se debe reforzar y ajustar los canales de
comunicación para los distintos sectores que interactúan en la vida de la
Iglesia.
Esto es con el objetivo de vencer
viejos paradigmas de información al interior de la vida parroquial; además, porque
el papel del comunicador parroquial, es de suma importancia, ya que ayuda y
exhorta a todos los fieles y es "brazo derecho" del Sacerdote.
Además, interactúa con la
comunidad, como un servicio social pastoral, desarrollando su quehacer informativo
para el bien común de la feligresía.
Por ello, el trabajo del
Comunicador Parroquial, es ante todo, alimentar la comunión en la comunidad,
con el fin de difundir y retroalimentar los hechos de la vida cristiana, dando
constancia de los escenarios que se desarrollen dentro y fuera de la Parroquia
a la cual pertenece.
Por eso se dice que el camino del
comunicador parroquial es una de las empresas más riesgosas, ya que quienes han
aceptado este apostolado, han renunciado a su tiempo libre, a la comodidad y
tranquilidad social y familiar.
Dicho apostolado, lo lleva a entrar
a una actividad que representa “la belleza del riesgo”, que es la de comunicar
en torno a Cristo, al servicio de los fieles y por la comunidad parroquial.
Y es que el comunicador
parroquial, al escoger este servicio voluntario en beneficio de la parroquia,
lo hace bajo la dirección del Párroco y del Vicario Episcopal, coordinado bajo
un trabajo delineado donde ejercerá su apostolado con rectitud y capacidad
comunicativa en provecho de las realidades pastorales.
Por eso, queda claro que la presencia
activa del comunicador parroquial es digna de admirar y satisface, sin duda la
labor de algunas de las parroquias de las distintas diócesis del país que ya
cuenta con un representante en el campo de la animación y acción comunicativa.
Por lo anterior, entendemos que los actuales agentes de comunicación parroquial, destacan por ser laicos comprometidos bajo un mosaico en edad distinta que va
de los 18 a los 60 años; en donde los participantes son estudiantes, amas de
casa, trabajadores, profesores, catequistas, secretarias parroquiales, y
personas de la tercera edad.
Sin duda, la responsabilidad es
extraordinaria, la razón y el oficio del comunicador parroquial es duro y
difícil, porque tiene contacto con personas frías y apasionadas.
En suma, el comunicador parroquial es
conocedor del hecho y las circunstancias. Y Dios ve las fatigas para cumplir
ese deber, que nos lleva a una conciencia satisfecha, llenando así una misión altamente
bienhechora y eficaz para la Iglesia mexicana.
* Gustavo
Antonio Rangel
-
Periodista Católico de la Diócesis de Teotihuacán.
-
Es Investigador especializado en Neopersecución de Sacerdotes en México, de
2006 a la fecha.
-
Desde 2009, Coordina la Unidad de Investigación del Centro Católico Multimedial
C.C.M.
-
Ha ganado el Premio Nacional de Periodismo Católico 2008.
-
Ha sido Profesor de los Talleres de Radio y Televisión de la Universidad
Salesiana de México.
-Actualmente
cursa la Maestría en Comunicación y Educación.
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