*
Gustavo Antonio Rangel
Periodista
Católico de la Diócesis de Teotihuacán.
La devoción perenne del pueblo mexicano
a su Madre, la Virgen Santísima de Guadalupe, descansa en el hermoso culto por
venerarla y amarla; este hecho fue iniciado en Diciembre de 1531, y es motivo
que nos llena de alegría, ya que desde entonces, florece con gran fuerza en
México y en todo el mundo.
Teotihuacán a 13 de
Octubre de 2013
Teotihuacán, México.- La Insigne y Nacional
Basílica de Santa María de Guadalupe de la Ciudad de México, se viste de gala,
por la presencia continua de los millones de mexicanos y extranjeros que llegan
al Templo Mariano en un acto de fe y acción de gracias.
Los peregrinos con amor
filial y profundo agradecimiento, acuden días antes, e incluso, se programan
con meses de anticipación a la fecha “grande” del día 12 de Diciembre.
Y como cada año, ponen
pausa a sus actividades cotidianas de origen, para cumplir con su devoción, que
es el hermoso culto de adorar a la Madre amorosa, Auxiliadora y Maestra única
de los mexicanos, la siempre Virgen Santa María de Guadalupe.
La tierna devoción por
contemplar a la reina amada de los mexicanos, hace que su Santuario sea uno de
los más visitados en el Mundo; día tras día, durante el año litúrgico acuden
miles de fieles de México y de otras naciones del Mundo.
Se puede afirmar, por
datos recientes, que entre los días 1 al 12 de Diciembre, se alcanza la cifra
récord de 25 millones de peregrinos.
A esta estadística de
fe, le siguen, los peregrinos que visitan a la Virgen de Chestokowa, en Polonia
y a la Virgen de Lourdes en Francia; también, agregamos a este hermoso culto,
la fe de los Pontífices que han regido la Iglesia Católica, y que han sido
eminentemente marianos, y sobre todo, Guadalupanos: Pío X, en 1910, la proclamó
la Patrona de toda América Latina.
En 1945, Pío XII, aprobó
los títulos de Reina de México y Señora (Emperatriz) de América; en este mismo
sentido, con fervor mariano, Paulo VI, Juan Pablo II y Benedicto XVI, manifestaron
abiertamente su amor creciente a la “Morenita”, y a su querido
pueblo mexicano. Y bajo esta misma línea, el actual reinante, S.S. FRANCISCO,
quién también, se ha mostrado humilde a la enseñanza mariana.
De ahí que la Virgen Santísima de Guadalupe, es el mayor tesoro que México posee, y en palabras del Papa Pío XII, recordamos: “Pinceles que no eran de este mundo dejaron pintada una imagen dulce, que la labor corrosiva de los siglos maravillosamente ha respetado”.
Por eso, no es
casualidad lo que han dicho de la Virgen de Guadalupe: “que tiene en su imagen: hermosura, suavidad y relieve; las mejillas
sonrosadas, dejándose ver los perfiles en los ojos, nariz y boca, que le
agregan tal belleza que arrebata los corazones”, escribió el mejor
pintor Guadalupano, Don Miguel Cabrera.
Lo anterior, nos lleva a
la reflexión del adagio teológico, que dice: hablar de la Santísima Virgen
María nunca llena “de María, Nunquam
Satis”, es decir, que por mucho que hablemos de ella, ni agotamos su
grandeza, ni saciamos nuestro amor.
Nada tiene de raro, que
al hablar de la Virgen de Guadalupe, caemos en la cuenta que su amor significa
un deseo infinito para todos los mexicanos, lo mismo la veneran pobres y ricos
por igual; sin faltar los indocumentados e inmigrantes que se encuentran en
tierras por el mundo.
Y en respuesta, no hay
barrera de índole social que impida que el amor maternal de Santa María de
Guadalupe, auxilie a sus hijos que solicitan su intercesión y su omnipotencia
suplicante.
Por ello, en cada rincón
del país y más allá de nuestras fronteras, donde existe un mexicano o grupo de
familia, está la presencia viva de Santa María de Guadalupe, que es motivo de
esperanza y celebración para ofrecer la Santa Misa en su honor, con cantos
marianos y las tradicionales mañanitas.
También, como es bien
sabido, el culto para venerar a la Virgen de Guadalupe, descansa en cuatro
hechos importantes que son: El Ayate, La
Imagen prodigiosa, El Templo en forma circular y El culto popular; por lo
tanto, a continuación vamos a reflexionar en el último punto.
Sin lugar a dudas, el
culto popular, representado en las peregrinaciones, es una manifestación a
carta cabal.
Con profunda fe, con más
acrisolado amor y gratitud; millones de mexicanos de todas las edades por unos
días, abandona su pueblo, la colonia, la ciudad, el municipio, o el Estado de
origen; la fe del mexicano tiene un sólo fin, echarse al regazo infinito de su
madre, y a las manos inmaculadas de Santa María de Guadalupe.
Los peregrinos que
viajan caminando en largas y abrumadoras jornadas para llegar al Tepeyac, viven
con alegría este sacrificio bajo la esperanza del amor Guadalupano.
Las bajas temperaturas
por la madrugada, no impiden a los fieles para viajar a pie, recorriendo
cientos de kilómetros hacia la Basílica de Guadalupe, el llevar y cargar a
cuestas con la imagen sagrada de su Madre protectora, resulta una satisfacción
muy grande.
Otra modalidad, es la
opción de peregrinar recorriendo las rutas con una antorcha en mano que es precisamente
“la antorcha Guadalupana”, en donde
cada uno de los peregrinos avanza 150 metros, con un descanso de 20 minutos.
Comunidades enteras de
la República Mexicana participan con entusiasmo en este sistema de peregrinar. También,
existe el convoy de un grupo de automóviles, camionetas, autobuses, camiones
pesados, adornados con mensajes vivos y mantas que mencionan el origen de la
peregrinación Guadalupana; destacando los que vienen de los estados del centro
y sur del país; como Puebla, Veracruz, Tlaxcala, Hidalgo, Queretaro, estado de
México y Guerrero.
Otra forma de peregrinar
es en bicicleta: los ciclistas, también se agrupan para llegar a la fiesta
mariana, que es algo muy significativo para ellos. La ruta mariana por donde
llegan los peregrinos es interminable, las arterias principales son tomadas por
miles de hombres, mujeres, ancianos, niños, niñas; personas con discapacidad y
enfermos.
El recorrido comprende
caminos de tierra, avenidas de asfalto, carreteras y puentes Federales con
transito vehicular peligroso.
Esto no es obstáculo
para los caminantes y el fin es el mismo, millones de mexicanos viajan en éxodo
mariano hacia el Tepeyac; por eso, la veneración a Santa María de Guadalupe,
representa la máxima fiesta de los mexicanos.
Festejar a nuestra Madre
Santísima, es motivo de gozo y esperanza en todo el país; en suma, despierta
con más hondura la solemnidad que reviste el claro amor de un pueblo a su Madre
protectora, para gloria de nuestra raza mestiza y para protección de toda
América Latina.
A sabiendas de nuestra
indignidad, con la reflexión serena y reposada de Nuestra Madre Santísima de
Guadalupe….¿No estoy Yo aquí que soy
tu madre?. Los mexicanos recibimos un gran regalo que nos hizo la
Virgen Morena, que fue la consolidación de nuestra fe católica.
Esto ha sido el sostén
del amor materno durante casi cinco siglos; pero también, recibimos la
encomienda de “Edificar el Templo”
que ella pidió. Y esto de edificar, se refiere a que mantengamos viva la unidad
como mexicanos y la unión de nuestro pueblo; que significa construir un mejor
bienestar en la familia, la comunidad y la patria… ¡ Gran responsabilidad la
nuestra !.
* Gustavo
Antonio Rangel
-
Periodista Católico de la Diócesis de Teotihuacán.
-
Es Investigador especializado en Neopersecución de Sacerdotes en México, de
2006 a la fecha.
-
Desde 2009, Coordina la Unidad de Investigación del Centro Católico Multimedial
C.C.M.
-
Ha ganado el Premio Nacional de Periodismo Católico 2008.
-
Ha sido Profesor de los Talleres de Radio y Televisión de la Universidad
Salesiana de México.
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